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En Ferhadija, una de las calles más ricas del centro, en las horas pico se mezclan jóvenes que salen del instituto y ejecutivos que trabajan. Aquí, para acordarte -como turista- de que ha habido una guerra tienes que tropezarte con alguno de los agujeros dejados por las granadas, mirar para bajo, preguntar por qué se han cubierto con cal roja y esperar que alguien te cuente todas las artimañas a las que deben acudir los bosnios para conservar la memoria de lo sucedido.

Todo esto mientras caminas muy despacio, interrumpido por la gente que se para delante de los escaparates exteriores de las tiendas de marcas internacionales.

En la mesa de uno de los muchos bares chic, Sjnan, lingüista de origen eslavo, lee la sección de política de un diario: “Han ganado los musulmanes del SDA y los socialdemócratas del SNDS. No es ninguna sorpresa. ¿Qué he votado yo? Socialista”, dice mientras disfruta de un café turco.

El 90% de la opinión pública quiere entrar en Europa

Ante el café como la preferencia en las urnas por los musulmanes anticipan la llegada al barrio turco, al final de Ferhadija.

Las chicas se divierten comprando sus vestidos en la avenidas y luego van a por oro y pañuelos a los puestos del mercadillo ubicado en los alrededores de la mezquita de Gazi Husrev Beg. En la zona de culto, dejan entrar a todo el mundo, incluso a las mujeres sin velo, pero tienen como requisito el quitarse los zapatos.

“Nos hemos convertido después de la guerra porque los muyahidines han sido los primeros, por no decir los únicos, en brindarnos su ayuda contra los serbios. Pero nuestra fe no es fundamentalista o terrorista, es más, en Bosnia hay mucha tolerancia”, dice Haris confesando su voto por la SDA.

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