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El diario nacional anunció hace pocos días la reducción de las tropas de la Misión Policial de la UE en Bosnia Herzegovina (Eupm) de los siete mil doscientos soldados del año pasado a apenas mil ciento cuarenta unidades; quizás esa sea la razón por la que sea raro encontrarse a alguien de uniforme al caminar por la ciudad.

Lo que resta de las unidades se transformarán posteriormente en Policía Europea para controlar -junto con los agentes locales- las nuevas formas de criminalidad que se están realizando en un país donde no hay ni dinero ni inversiones y donde, sin embargo, las sucursales bancarias superan en número a las mezquitas.

Empiezan a escucharse noticias sobre detenciones e investigaciones, sobre todo por soborno.

A lo largo de la calle dedicada a Tito, todavía están los rostros de los políticos.

En los carteles de propaganda los candidatos posan al estilo de los actores de teleseries, fotografiados a tres cuartos sobre un fondo de colores y con un eslogan debajo. Se han presentado ochenta partidos a las elecciones municipales del pasado cinco de octubre, algunos de ellos representantes de pequeñas minorías étnicas, mientras que solo participan una poca población de 55% por ciento de votantes, en su mayoría provenientes de “fuera de Sarajevo”.

“Ha sido una campaña electoral que se ha centrado mas en la nacion que en la administracion de los ayuntamientos. Quien ha votado lo ha hecho sobre todo por un sentimiento de adhesión”, cuenta Jasmina, una joven estudiante de Letras, mientras se dirige a la universidad para llegar a clase. Y termina: “Yo no he votado”.

Los datos electorales definitivos serán oficiales el cuatro de noviembre, tal y como exige la ley. Hasta el momento se sabe que se asignarán treinta y dos alcaldes al SNDS (Unión de los Socialdemócratas Independientes) y veintiocho al SDA (Partido de Acción Democrática); malos datos en cambio para el SDP, el partido socialista.

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